La UMH participa en un estudio que confirma que la ingesta de alimentos ultraprocesados afecta negativamente a la flora intestinal

La Universidad Miguel Hernández de Elche (UMH) ha colaborado en un estudio del Centro de Investigación Biomédica en Red del Instituto de Salud Carlos III que analiza el impacto del consumo creciente de alimentos ultraprocesados en la flora intestinal de adultos mayores con sobrepeso u obesidad, concluyendo que su efecto es negativo.

Este fenómeno global preocupa debido a su relación con problemas de salud como la obesidad, las enfermedades cardiovasculares y los trastornos metabólicos. Hasta ahora, la mayoría de las investigaciones se habían centrado en las características nutricionales de estos productos, dejando en segundo plano otros efectos en el organismo.

Jesús Vioque, profesor de Medicina Preventiva y Salud Pública en la UMH y colaborador del estudio, explica que los alimentos ultraprocesados se elaboran industrialmente a partir de sustancias derivadas de alimentos, junto con aditivos y colorantes innecesarios. Según el profesor, estos productos están diseñados para ser fáciles de consumir, sabrosos y con larga vida útil. Vioque señala que, aunque así sea, suelen carecer de los nutrientes presentes en otros alimentos. Además, el profesor advierte que contienen cantidades excesivas de grasas y azúcares, por lo que su consumo habitual puede resultar perjudicial para la salud.

El método usado para evaluar el impacto de los alimentos ultraprocesados en los participantes fue el análisis de sus heces. De esta forma, los investigadores pudieron medir la cantidad de bacterias de la flora intestinal presentes en su tracto digestivo, además de otros elementos vitales para su organismo. Tras el análisis, pudieron asociar el consumo de los alimentos ultraprocesados con una disminución en el número de bacterias beneficiosas y metabolitos responsables de la transformación de nutrientes en energía.

Para realizar el estudio, los investigadores entrevistaron a los participantes sobre su dieta y su estilo de vida, les realizaron mediciones antropométricas y recolectaron una muestra de sus heces. Entonces, se les asignó aleatoriamente al grupo de intervención y al grupo control. El grupo de intervención seguiría el programa PREDIMED-Plus, basado en una dieta mediterránea baja en calorías, en la promoción de la actividad física y en el apoyo conductual para la pérdida de peso. El otro, en cambio, mantendría su estilo de vida. Un año después, se repitieron las entrevistas, las mediciones y la recogida de heces.

En el estudio participaron un total de 385 individuos procedentes de centros sanitarios de Alicante, Barcelona, Reus y Valencia. Se incluyeron hombres y mujeres de entre 55 y 75 años, con sobrepeso u obesidad, que no padecieran una enfermedad cardiovascular al comienzo del estudio y que cumplieran al menos tres criterios de síndrome metabólico. Este síndrome es un conjunto de factores que aumentan la probabilidad de padecer enfermedades cardiovasculares y diabetes mellitus tipo 2.

Sandra González Palacios, investigadora del grupo de Epidemiología de la Nutrición de EPINUT UMH y colaboradora del estudio, asegura que los participantes que siguieron el programa PREDIMED-Plus sufrieron una gran reducción en su índice de masa corporal y en la circunferencia de la cintura, además de una mejora significativa en la actividad física y el consumo de fibra. La experta añade que en la primera medición, quienes tenían más alimentos ultraprocesados en su dieta presentaban una menor cantidad de microbiota en su tracto intestinal, lo que afecta negativamente al metabolismo energético y a la función inmunitaria.

González Palacios afirma que una dieta alta en ultraprocesados está vinculada a una menor concentración de ácido pipecólico en las heces, un aminoácido producido por bacterias de la flora intestinal que contribuye a la modulación inmunitaria. La investigadora advierte que una cantidad reducida de ácido pipecólico puede incentivar procesos inflamatorios perjudiciales para el cuerpo humano. Sobre la diferencia entre inflamación e hinchazón, aclara que “aunque a veces se usan como sinónimos, no lo son: la hinchazón es una molestia digestiva puntual, pero la inflamación celular es un proceso sostenido que afecta al funcionamiento del organismo, y en dietas abundantes en ultraprocesados está relacionada con la falta de ácido pipecólico”.

Finalmente, González Palacios recomienda consumir legumbres, frutos secos no procesados, pescado azul, huevos y algunos cereales integrales, porque estos alimentos contienen lisina, el aminoácido que el cuerpo necesita para fabricar ácido pipecólico. También recuerda que el grupo EPINUT UMH lleva años aportando evidencias científicas sobre la dieta mediterránea, que consideramos un patrón alimenticio con efectos antiinflamatorios, especialmente si se combina con ejercicio y la abstención de tabaco y alcohol.

Aunque las dietas antiinflamatorias se publicitan como buenos métodos para perder peso, no existe base científica que las respalde. La inflamación es la respuesta natural del cuerpo ante infecciones o lesiones, pero puede volverse perjudicial si se alarga mucho en el tiempo. Por lo tanto, no tiene ninguna relación con sentirse “hinchado”. La dieta mediterránea es lo más cercano a un patrón alimenticio con efectos antiinflamatorios.

Al interpretar los resultados, debe tenerse en cuenta la naturaleza observacional del estudio y que todavía no hay mucha evidencia científica acumulada sobre el tema. Los autores del estudio afirman que se necesitan futuras intervenciones dietéticas aleatorias para confirmar las asociaciones observadas y aclarar las relaciones temporales entre el consumo de alimentos ultraprocesados y la salud intestinal.


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